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Hace un tiempo, recibí un correo electrónico de una profesora, Victòria, en el que me contaba que había leído “ojo de Nube” con sus alumnos de 3º de Primaria. Que habían disfrutado con el libro y que esperaban con ansia la segunda parte del libro.

Respondí lo de siempre, que no me gustan las segundas partes de mis libros y que les invitaba a que los propios chicos la escribieran.

¡Y se pusieron manos a la obra! Varios correos más tarde, la profesora me contó cómo habían hecho el trabajo: una lluvia de ideas, un borrador redactando la historia y algunos diálogos, un traslado colectivo a la pizarra digital, revisiones y cambios… Al final de ese trabajo, la tutora, Dèlia, se encargaría de ilustrarlo en la clase de Plástica, para lo que utilizaría el mismo criterio que Jesús Gabán: dibujos en blanco y negro…

Luego dicen que los niños no leen, que los libros son difíciles, que no se escribe… ¡A la vista está! ¡Y niños y niñas de 3º de Primaria!

¡¡¡Gracias y enhorabuenas!

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Pasado el tiempo, recibí un libro con los textos e ilustraciones de los niños. ¡Me emocionó!

Si quieres ver su trabajo:

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CAPÍTULO I

Los crown sabían que el invierno en las montañas sería duro, pero también que tenían una gran capacidad para superar las adversidades.

Cada mañana Ojo de Nube se sentaba rodeado por todos los niños de la tribu que esperaban ansiosos sus explicaciones e intentaban aprender de él a escuchar a la Madre-que-da-la-vida y entender sus misterios. De él aprendieron a distinguir el canto de los pájaros, a predecir el tiempo que haría oliendo el aire, a descubrir en la voz de los adultos de la tribu sus estados de ánimo. Veían con admiración cómo Ojo de Nube se ganaba la confianza de los animales reproduciendo su lenguaje y asistieron asombrados a una escena sorprendente: un bisonte se acercó a Ojo de Nube y comió en su mano.

Abeto Floreciente besó a su hijo en la frente y Ojo de Nube sonrió.

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CAPÍTULO II

Arco Certero y Ojo de Nube enseñaron a montar en los pataslargas a toda la tribu crow. Hasta Pequeño Halcón, a pesar de su edad, quiso probar la experiencia de cabalgar sobre ellos.

Ojo de Nube esperaba impaciente e ilusionado el nacimiento de su hermano y cada día escuchaba la barriga de Abeto Floreciente. La relación entre ellos era muy especial, parecían leerse el pensamiento y siempre que Ojo de Nube se alejaba a lomos del pataslargas jefe de la manada, con la brisa tocándole la cara, le enviaba a su madre unas palabras que volaban hasta ella:

–Estoy bien, madre.

–No te pongas en peligro, hijo mío.

Un día, Abeto Floreciente notó en su hijo inquietud mientras escuchaba dentro de su barriga.

–¿Qué pasa, Ojo de Nube? ¿Qué te preocupa? ¿Algo va mal?

–Madre, no oigo un corazón dentro de tu barriga. Oigo dos corazones que laten a la vez.

Los crow no conocían el nacimiento de dos bebés a la vez, pero sabían leyendas que hablaban de ello. Toda la tribu escuchó con preocupación la noticia y Cabello Largo ayunó durante cinco días para pedir al Gran Espíritu que el nacimiento fuera fácil y las mujeres crow pudieran ayudar a Abeto Floreciente si se presentaba alguna dificultad.

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CAPÍTULO III

Durante la noche, después de pasada la novena luna de espera, Abeto Floreciente sintió que el momento del nacimiento de sus hijos había llegado. Arco Certero buscó ayuda en los tipis vecinos y esperó impaciente rodeado por sus hijos. Ojo de Nube tranquilizaba a su padre, canturreando una canción que llegaba hasta su madre y le trasmitía confianza.Ya amanecía cuando se escuchó el llanto de un recién nacido y unos minutos después un nuevo llanto. Abeto Floreciente había dado a luz un niño y una niña. Días después, cuando los niños ya tenían alma, los mostraba orgullosa a la tribu, que la recibieron con gran alegría. El niño tenía el pelo negro y los ojos verdes y su nombre fue Flecha de Oro. La niña era pelirroja y le pusieron como nombre Sol Limpio.

Ojo de Nube pidió poder contemplar a sus hermanos con las manos, y lentamente recorrió su cuerpo y acarició su suave piel. Parecía muy contento, pero había una pregunta que quería hacer a los hombres sabios de la tribu y pidió a Alce Veloz que convocara una reunión en el Círculo Mágico.

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CAPÍTULO IV

Aquella noche, después de fumar sus pipas y hablar de las últimas novedades de la vida de la tribu, esperaron con interés la pregunta que Ojo de Nube quería hacerles. Por fin, el joven crown dijo:

–He visto que mis hermanos, niño y niña, han nacido fuertes y sanos. No percibo ninguna diferencia entre ellos que recomiende no entrenarlos a los dos en el arte de la caza y la guerra. A partir de ahora los crown viven en una situación de peligro y no sabemos cómo acabará nuestra relación con los caraspálidas. Es momento de preparar el futuro aprovechando al máximo las posibilidades de nuestro pueblo.

Cabello Largo asintió pensativamente mientras aspiraba profundamente su pipa. Era evidente que Ojo de Nube tenía razón. La tradición había hecho que, desde muy pequeños, hombres y mujeres dedicaran su tiempo y su esfuerzo a trabajos diferentes y complementarios, pero no era la primera vez que una mujer excepcionalmente bien dotada, pedía participar de la caza y era rechazada únicamente por su sexo. La situación había cambiado. El poblado había quedado desprotegido mientras los cazadores y guerreros vigilaban los movimientos de los malacosa. Parecía una buena idea enseñar a niños y niñas a la vez a manejar los arcos y las lanzas.

Al día siguiente Cabello Largo hizo un ritual de purificación y pidió permiso al Gran Espíritu para romper la tradición. El sol brillaba en el cielo y los crown lo interpretaron como un buen presagio y señal de aceptación.

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CAPÍTULO V

Lograron sobrevivir al frío invierno. Poco a poco la Madre-que-da-la-Vida empezó a ofrecer sus frutos. El invierno había pasado y la vida volvía a ser más fácil.

Un día, Ojo de Nube se levantó del tipi, se arrodilló y dijo:

–Gran Espíritu, danos una pradera nueva, por favor.

La nieve desaparecía y todo empezaba a estar verde. La vieja pradera había sido destruida por los malacosa pero seguro que podían encontrar otra pradera donde clavar su tótem y pasar el duro invierno. De repente, Ojo de Nube sintió el roce de unas alas en su cabeza y todos los niños que le rodeaban vieron que una gran águila volaba en círculo sobre él, se elevaba después majestuosamente desplegando sus enormes alas y volaba en una dirección, como si quisiera señalar el camino que los llevaría a la nueva pradera que tanto ansiaban.

Toda la tribu entendió que había llegado el momento de enviar una partida de guerreros que pudieran realizar tan peligrosa misión.

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CAPÍTULO VI

Era un tiempo maravilloso y Ojo de Nube, Arco Certero y Mano Amarilla fueron a descubrir esas nuevas tierras. Los pataslargas los llevaron a descubrir nuevos territorios más lejanos. Cabalgaron durante muchas jornadas hasta encontrar un río rodeado por una pradera verde maravillosa. Cuando vieron a la gran águila volar a ras de suelo y elevarse hasta el cielo, supieron que aquella tierra era para ellos.

En el camino de vuelta encontraron huellas de otro pataslargas y Ojo de Nube quiso saber quién conocía y poseía aquel animal. Ojo de Nube, sin hacer ruido, siguió las huellas de aquel pataslargas y se encontró con un agujero en una montaña, era una gran cueva. Una vez dentro, Ojo de Nube llegó hasta el final de aquella cueva, donde por sorpresa encontró a su hermana Montaña Plateada. Arco Certero dijo:

–¡Hija! Pero, ¿qué haces tú aquí?

Montaña Plateada le contestó:

–¡Papá! He venido a buscarte. ¡Tienes que regresar al poblado enseguida! Creemos que los malacosa ya están cerca. Podríamos recoger el poblado y escondernos en esta maravillosa cueva. Aquí construiríamos nuestro poblado y estaríamos más protegidos.

Arco Certero estaba muy orgulloso de su hija, le dio un gran abrazo y Ojo de Nube se puso muy contento también y le dijo a su hermana:

–Los pataslargas nos ayudarán a llegar más rápido y así los malacosa no nos llegarán a ver ni nos encontrarán nunca.

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CAPÍTULO VII

En el camino de regreso, dieron un rodeo para visitar el antiguo poblado de sus vecinos los osage. Todo estaba destruido. Ojo de Nube dijo:–Todo destruido, silencio total en este poblado.

En el cielo se encendió la gran bola de luz. De repente, Ojo de Nube le dijo a Mano Amarilla y Arco Certero:

–Alerta, hay por aquí lobos.

Ojo de Nube empezó a acariciar a los pataslargas, diciéndoles que tenían que tener cuidado con los lobos. De repente, salieron tres lobos machos. Arco Certero tensó el arco, Mano Amarilla preparó una lanza y Ojo de Nube se escondió detrás de su padre. Los mataron, cogieron la piel y la carne, podría servir.

Mano Amarilla, montado sobre su pataslargas, dijo:

–Deberíamos poner un nombre a estos animales. Los pataslargas se merecen un nombre mejor.

Ojo de Nube dijo:

–Se podrían llamar caballos.

Arco Certero dijo:

–Caballos, sí, caballos.

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CAPÍTULO VIII

La llegada de los exploradores fue muy celebrada por toda la tribu. Arco Certero y Mano Amarilla pidieron a Alce Veloz que convocara una reunión en el Círculo Mágico. Discutieron durante muchas horas qué debían hacer, si era prudente atacar a los malacosa o era mejor huir de su territorio e instalarse en las nuevas tierras después de plantar su tótem. Parecía que la gran cueva encontrada por Montaña Plateada podía ser un refugio provisional mientras los malacosa rondaran por allí. Decidieron emprender el viaje al día siguiente.

Durante la noche, Ojo de Nube oyó un ruido fuera del tipi, despertó a su padre y le dijo:

–Padre, padre, hay alguien fuera.

Arco Certero saltó fuera del tipi preparado para atacar pero vio a tres jóvenes osage, dos chicos y una chica, que parecían no saber cómo alertar de su llegada sin alarmar a toda la tribu crown. Ojo de Nube había salido del tipi detrás de su padre y preguntó:

–Padre, creo que nuestros visitantes tienen miedo y hambre. ¿Por qué no les hacemos entrar en nuestro tipi?

–Claro, adelante.

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CAPÍTULO IX

Hasta el amanecer los jóvenes osage relataron el horror del ataque de los malacosa, a los que ellos llamaban los matabisontes, y cómo habían sorprendido a los osage y matado prácticamente a toda la tribu. Los únicos supervivientes eran ellos, que habían salido a ver las estrellas durante la noche y no se encontraban en sus tipis durante el asalto.

A la mañana siguiente, los crow hicieron un ritual de bienvenida a los osage y los acogieron en su tribu, dispuestos a aprender sus costumbres y a enseñarles las suyas. Enseguida les enseñaron a montar a caballo y les regalaron uno para cada uno.

Entre todos se prepararon para emprender el viaje hacia la gran cueva que sería a partir de ahora y mientras los malacosa estuvieran por allí, su refugio.

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CAPÍTULO X

Vivir compartiendo el espacio dentro de la gran cueva alteró las costumbres de los crown. Las familias, acostumbradas hasta entonces a vivir en la intimidad de su tipi, aprendieron a compartir y a reunirse cada día al caer el sol para comentar los acontecimientos y contarse unos a otros historias y leyendas. Los niños y niñas escuchaban con mucho interés la historia del nacimiento de Ojo de Nube y la preocupación que supuso su ceguera para su tribu, admirados de las habilidades especiales del joven. Ojo de Nube se hizo historia.