1: ESTA HISTORIA COMIENZA EN EL AÑO 3333

En el año 3333, las naves espaciales parecen tan antiguas como las carretas, los coches o los aviones.

La gente, para viajar de un sitio a otro, no tiene más que meterse en unas esferas brillantes que hay en unos lugares llamados VICLU. Estas son las siglas de «Viaje Instantáneo a Cualquier Lugar del Universo». (1)

Si alguien quiere viajar a Pekín, por ejemplo, va a un viclu, paga su billete (que es muy barato) y ¡hala! a Pekín en menos de un segundo.

Pero ir a Pekín, a Moscú o a Buenos Aires no tiene mérito. Uno puede meterse en una esfera, pagar el billete y aparecer en la Luna, en Plutón o en otros muchos lugares del espacio.

En cada viclu hay miles de esferas. El mundo del año 3333 es enorme y está compuesto por muchos planetas habitados que dan vueltas alrededor de estrellas. Y por estaciones espaciales flotando entre planetas, también habitadas.

Las esferas son de diferentes colores según se viaje cerca, lejos o muy lejos. Hay esferas pequeñas, medianas y grandes. Las pequeñas son para una sola persona. Las grandes, para grupos de hasta cincuenta personas. Las medianas, cualquiera se lo puede imaginar.

El billete para viajar en una esfera de la Tierra a la Luna cuesta lo que un bocadillo de queso. Ir a Plutón, por ejemplo, lo que un bocadillo de jamón. Y viajar a una estrella más o menos cercana, lo que un bocadillo de chorizo y un refresco.

Como se ve, viajar no es nada caro, así que la gente viaja mucho. En cuanto alguien se aburre, dice:«Esta tarde voy al planeta BRR47, que tiene tres soles, uno amarillo, otro azul y otro rojo. Vendré antes de cenar».

O:«Me marcho un rato a la estación CUCA22, que tiene una buena vista de una nebulosa con forma de elefante».

En el año 3333, en cuanto un niño nace le colocan en el oído un cala, que es un Comunicador Automático de Largo Alcance (2). Se pone detrás de la oreja para siempre, nunca se estropea y hablar o recibir llamadas es muy barato. Mucho más barato que usar una esfera. Hablar una hora, por ejemplo, cuesta lo mismo que una galleta.

Mucha gente utiliza el cala para charlar, escuchar noticias, oír música o saber cuál es el último juguete que han fabricado las FUD. O sea, las Fábricas Universales de Diversiones.

En el año 3333 hay cosas que no son como las de ahora.

Pero otras sí son como las de ahora:

Hay gente sabia.

Hay gente tonta.

Hay chicos desobedientes.

¡Y hay personajes malvados!

(1)Para más información, véase el “Pequeño Triccionario de 3333” al final de este libro.

(2)Si quieres saber más sobre el CALA, pue eso, ve al Triccionario.


2: OTRO DÍA ABURRIDO

A Mot le despertó el rugido de un feroz dinosaurio.

Cerca de su cabeza, una hembra de velocirraptor le amenazaba con sus mandíbulas repletas de afilados dientes. Casi podía notar su aliento y la humedad de sus babas.

El animal, con ojos astutos, clavó la mirada en el chico y Mot se reflejó unos segundos en su pupila de color verdoso.

El reptil levantó una de sus manos y dirigió la garra de su dedo corazón hacia su cuello.

Mot se levantó y el zarpazo pareció perderse en la almohada.

Llena de rabia, la dinosaurio comenzó a agitarse. Golpeó con su cola varias veces lo que parecía una delgada pared de duroplast (3), produciendo un estruendo sordo, como si quisiera romperla. Mot dijo:

—Vete.

Los gruñidos cesaron, la dinosaurio se esfumó y la pared volvió a su estado de reposo. Mot salió hacia el cuarto de baño pensando que le aburría ese despertador. Al principio le daba un poco de miedo, pero ahora…

Comenzaba un día soso. Otro más. ¿Qué tocaba hoy? Recordó: Blurk, Ciencias Mundiales, Matemáticas y, como todos los martes, Expediciones Oceánicas. ¡Qué rollo!

Se colocó el cepillo en los dientes y éste comenzó a ronronear haciéndole cosquillas en las encías. Mot se quitó el pijama y pasó a la ducha. La cabina se cerró y el chico notó el agua cayendo sobre su cuerpo. Pulsó el botón torbellino y le rodeó una tormenta de gotitas con olor a campo.

Al acabar, se activaron los secadores y Mot salió de la cabina. Dejó el cepillo de dientes en el lavabo, regresó a su habitación, sacudió su traje y se lo enfundó.En la cocina, el cocibot (4) tenía preparado su desayuno.

Al igual que otros días, sus padres le habían dejado grabado un mensaje. Primero fue su holomadre (5) la que apareció encima de la mesa:

—Hola, Mot. ¿Qué tal has dormido? Cuando salgas, recuerda a la Abuela que conecte la alarma sensorial. Y dile a la cama que se guarde en la pared, que siempre dejas el cuarto desordenado.

En la familia de Mot, llamaban Abuela a la casa.

Luego su holopadre dio el mensaje de todas las mañanas:

—No vuelvas tarde. Ya sabes que tenemos que hacer los deberes. ¡Que te lo pases bien en la escuela!

¡Pasárselo bien en la escuela! ¡Como si fuera posible!

Cuando acabó de desayunar, tomó su patiflop (6) y salió de casa. Antes de que se cerrara la puerta, dijo:

—Adiós, Abuela. Y ya sabes…

Se oyó una voz con un sonido metálico. Era la Abuela:

—La alarma sensorial. Ya sé… Hasta luego, Mot.

Hasta la Abuela se lo sabía todo. Ese era un mundo verdaderamente aburrido.Nada más salir al rellano, uno de los ascensores se puso en funcionamiento. Pasados unos segundos, se abrió una puerta y un altavoz saludó:

—Buenos días, Mot.

—Hola, esclavo.

—No me llamo Esclavo. Los vecinos me llaman Lucas.

—Claro, esclavo.

—No me llamo Esclavo. Los vecinos me llaman Lucas.

—Por supuesto, esclavo.

—No me llamo…

A Mot le divertía ese ascensor tan bobo. Le gustaba llamarle esclavo, por fastidiar. Todos los días le decía lo mismo y todos los días el ascensor repetía la misma cantinela. Pero al chico le gustaba esa imperfección en su mundo. Todo funcionaba bien. Todo, menos ese ascensor…

Pensó que algún día le llamaría Lucas, a ver qué pasaba.

En la calle, puso los pies sobre su patiflop y ordenó:

—Ya sabes. Lo de siempre.

La máquina se puso en funcionamiento y se deslizó produciendo una leve corriente de aire. Mot inclinó el cuerpo hacia un sitio y hacia otro y el patín respondió a sus movimientos manteniéndole en equilibrio.

Estaba prohibido utilizar el patiflop en la escuela y esa era otra prohibición tonta. ¡Con lo bien que se lo pasarían él y sus amigos por los pasillos y escaleras de ese viejo edificio!

Mot fue a su taquilla, dejó el vehículo y tomó su libreta. Saludó a algunos compañeros sin entusiasmo y subió a clase. En la escuela era obligatorio usar las escaleras para hacer algo de deporte de verdad. Resultaba divertido porque, de vez en cuando, alguien tropezaba y organizaba un pequeño lío.Poco a poco, se fueron reuniendo los quince compañeros de su clase. Todos tenían cara de aburridos.

Llegó el entrenador (7) y alguno de los chicos bostezó.

—Buenos días. Hoy vamos a rescatar un submarino del fondo del mar. Tenéis dos horas para conseguirlo, antes que los japochinos. El ordenador os dará lo que necesitéis.

A Mot no le gustaban esas tonterías, porque nada era de verdad. Se levantó y fue hacia su cabina. Allí, se puso el traje y observó lo que tenía a su alrededor: barcos, cámaras, botellas de oxígeno, grúas… Se metió en el agua, nadó y eludió los ataques de dos tiburones y de tres rayas eléctricas.

Dos horas más tarde, Mot y sus compañeros habían conseguido rescatar el submarino antes que los japochinos. Pero en realidad se trataba de un juego de ordenador. Al final de la clase no se había mojado ni la planta de los pies.Luego, vinieron las prácticas de Idioma Intergaláctico, los juegos olímpicos de Matemáticas y los aburridísimos laboratorios de Ciencias Mundiales…

Y al final de la mañana, como todos los días, Mot dejó su agenda en su taquilla, tomó su patiflop y regresó a casa.

Mientras viajaba, se agitó de un sitio a otro para darse un buen trompazo, pero nada… Esa máquina se colocaba siempre de modo que le mantenía en equilibrio.

Llamó a un ascensor y acudió uno que no era Lucas.

Mientras subía, pensaba:

Que estaba harto de ese mundo soso.

Que le gustaría ser mayor.

Que lo que más le apetecía era viajar en una esfera.

Y conocer sitios peligrosos.

Peligrosos de verdad.

..

En el Triccionario que aparece al final del libro se aclara:

(1) Viclu (en lenguaje corriente, Esfera ): Dispositivo para realizar viajes interestelares, superando la barrera del tiempo. Una esfera puede trasladarse instantáneamente a cualquier lugar del Universo utilizando la energía de un agujero negro del tamaño de un núcleo atómico, atravesando cinco de las nueve dimensiones que tiene el Universo. En realidad, ni los científicos saben cómo funciona, pero el caso es que funciona. Una esfera identifica a un usuario utilizando la voz, el iris del ojo y la forma de la oreja, de modo que no puede ser suplantado. Solo las personas mayores de 18 años pueden utilizar esferas porque, cuando se inventaron, los adolescentes utilizaban las esferas en asuntos poco serios, como acercarse a las singularidades de los grandes agujeros negros y estirar sus cuerpos como espaguetis. Como había que gastar demasiada energía en sacarlos de allí y devolverles la forma original, se les prohibió el uso. Hace 200 años hubo una gran rebelión y los científicos de las fud se apresuraron en inventar el patiflop y los cascos de la juerga, que al principio fueron recibidos bien por los jóvenes pero que al cabo del tiempo se convirtieron en nuevos problemas. Quien, a pesar de todo, intenta utilizar mal una esfera, es condenado a no salir del Sistema Solar durante siete años. (Las esferas también se llaman “cápsulas Viclu”, pero esto se considera una pedantería.)

(2) CALA (Comunicador Automático de Largo Alcance): Dispositivo de comunicación personal que se implanta tras la oreja, en el hueco que forman la mandíbula inferior y el cráneo. Tiene el tamaño de un grano de arroz. Sirve para recibir mensajes ins-tantáneamente en cualquier lugar del Universo, gracias a las vibraciones producidas por las ondas Zascandiles (ondas Z). Hasta los 16 años, chicas y chicos deben conectarse a Cala cinco horas diarias, para recibir clases de Ciencias, Lenguaje Intergaláctico y Matemáticas. El patiflop y los cascos de la juerga solo se activan si el usuario ha cumplido esta condición.

(3) Duroplast : Lámina de rarifén comprimida mediante cascadas de ondas plastoplásticas que forman una película fina, transparente y muy resistente. Existen dos tipos de duroplast, los permeables y los impermeables. Pueden ser de colores.

(4) Cocibot : Como su nombre indica, es el cocinero robótico. Los cocibots están en todas las casas, aunque cumplen distintas funciones. Cuando trabajan a máxima potencia, componen los alimentos, los cuecen, los saborizan y los sirven en la mesa. Pero hay casas donde alguien desea cocinar, en cuyo caso el robot sólo prepara los alimentos y pone la mesa. También hay casos en los que alguien pone la mesa y el robot se ocupa del resto. La familia puede indicarle por las mañanas qué desean comer y cenar y el cocibot se encarga de todo. Los cocibots recogen la mesa pero no friegan los platos. De esto se encar-gan una robots de cuarta categoría que no suelen comunicarse con los humanos. Los fabricantes de fregabots han oído quejas de éstos, que afirman que los cocibots los tratan como escla-vos.

(5) Holopadre , holomadre (en general, holopersona ): Imagen en tres dimensiones de una persona, grabada mediante ondas sonoras y laséricas. Estas imágenes no pueden superar nunca los 30 cm de altura, para que nadie pueda falsificar a una persona auténtica. (En el caso de los animales, este límite no existe, pero solo se pueden holograbar los bichos más pequeños que un gato.)

(6) Patiflop o patibot (Contracción de “patín flotador” o “patín robotizado”): Solo los chicos y chicas menores de 16 años pueden manejar un patiflop. Durante muchos años, los adolescentes utilizaron estas máquinas para trepar por las fachadas de las casas, lo que provocó numerosos accidentes. Actualmente, la ley obliga a los fabricantes a que ningún patiflop pueda levantarse más de 10 centímetros del suelo.

(7) Entrenador : Robot avanzado que se ocupa de la enseñanza en las escuelas y se hace cargo de un equipo. Hace mucho tiempo que los entrenadores sustituyeron a los maestros, porque estos se cansaban y deprimían mucho con las nuevas generaciones de niños y adolescentes y los robots son casi incansables. La mayoría de los chicos y chicos que van a una escuela desearían algún día desactivar un entrenador. Pero eso no se ha conseguido nunca. (Que se sepa).


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