Sonó el despertador y Mot despertó y miró a su alrededor. ¡Estaba en casa de Eva! “Pero… ¿no habían venido a buscarme mis holopadres…?” Fue corriendo hacia el cobertizo y… ¡todo había sido un sueño! La esfera no estaba enterrada.“Entonces, lo de mis padres, la esfera flotando… ¿Habría ocurrido…?”

Fui corriendo hacia donde estaba Eva con Noé. Preocupado, les pregunté:

–¿No habían venido mis holopadres a buscarme?

–¿Tus holopadres…? ¿Qué dices?

–Vinieron en una esfera flotando.

–¡Ya empezamos otra vez, Mot!

–Entonces, ¿todo ha sido un sueño?

–Seguramente, porque aquí no ha venido nadie.

–Pero mis holopadres habían venido a buscarme. ¿O no?

–Ya te lo he dicho: aquí no ha venido nadie.

–Ponte ya a comer, que se te va a enfriar la comida.

–Esta tarde te voy a enseñar a jugar al fútbol.

–¿Al fútbol…?

Eva no le contestó. Durante la comida, los tres mantuvieron una conversación. Mot preguntó a Noé:

–¿Tú leías libros de pequeño?

–Pues claro que sí, y ahora también leo algún libro.

–En el año 3333 no hay libros, pero escucho historias por el cala. ¿Tú sabes lo que es un cala? –preguntó Noé a Eva.

–Creo que me has dicho que es un aparato parecido al teléfono, o algo así.

Por la tarde, Eva mostró a Mot un balón. Mot enseguida le preguntó qué era y cómo se llamaba. “Es una pelota y se llama balón. Tenemos que jugar a pasarnos el balón y así se juega al fútbol”. Eva se lo demostró.

–Tienes que pegar una patada al balón.

–¿Así…?

“Sí”, le contestó Eva, muy orgullosa de lo que sabía.

Por la noche, Mot se fue a dormir, pero no pudo porque no paraba de pensar en sus holopadres.

A la mañana siguiente, Mot se puso a llorar pensando que nunca volvería a su casa. Eva y Noé se despertaron y Mot se fue de su habitación antes de que lo vieran llorar, hacia el cobertizo. Mot se colocó al lado de la esfera. Eva y Noé no encontraron a Mot por ningún sitio de la casa. Noé se puso su batín y salió afuera. Entró en el cobertizo y lo encontró al lado de la esfera, llorando. Dijo a Mot:

–¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?

–No.

–Y entonces, ¿por qué lloras?

–Lloro porque estoy muy lejos de mi familia, mis amigos, mis vecinos y muchas más cosas. Tú no lo entiendes, porque estás con tu familia y tus amigos. Por culpa de la esfera estoy perdido en el pasado, aunque os he conocido a ti y a Eva. He aprendido a nadar, a montar a caballo y muchas más cosas buenas, pero tú ponte en mi lugar. Estoy separado muchos siglos de donde vivo.

Mot, con rabia, empieza a pegarle patadas a la esfera. De repente, Eva entra en el cobertizo mientras Mot le daba patadas. Poco después, se escuchó un ruido muy extraño.

–¿Mot, lo oyes? ¿Es un ruido…? Creo que viene de la esfera.

Mot atendió a lo que dijo Eva, que siguió dando patadas a la esfera. Y de repente, esta se abrió. A Mot se le saltaron las lágrimas, pero ahora de alegría, no de tristeza. Mot, muy contento, le dijo a Eva:

–Esta es mi esfera. ¿Queréis entrar a verla por dentro?

Noé le dijo:

–¿Seguro que podemos?

–Claro… Entrad…

Cuando entraron los tres a la esfera, se apagó la luz y Eva dijo:

–¿Qué ocurre, Mot? ¿Por qué se apagado la luz?

–No lo sé.

Surgió el pánico entre los tres. Se alarmaron y empezaron a moverse dentro de la esfera, que todavía seguía haciendo ruido.

–¿Alguien le ha dado a algún botón?

–Creo que he sido yo… Pero no se ha encendido la luz, ni nos hemos movido.

Eva preguntó a Mot:

–¿Va todo bien?

–No estoy muy seguro de que vaya todo bien…

Noé señaló a Mot:

–¡Mira…! Esa luz parpadea…

Eva pulsó un botón. ¡Y volvió a funcionar la luz! En la pantalla aparecieron unos números que no paraban de cambiar. Mot puso “3333” en la pantalla, y al llegar a 3333 se encendió una luz verde. Noé se apoyó contra la puerta, que se abrío, y salieron todos de la esfera. Eva preguntó a Noé:

–Tío, ¿dónde estamos?

–No lo sé…

–Yo sé donde estamos. En el año 3333, en mi casa, en España, en Nuevo Teruel –respondió Mot.

Mot fue a su casa con Eva con Noé. Tras saludar con alegría a sus padres, presentó a sus amigos:

–Esta es Eva, mi amiga, no es de aquí, vive un poco lejos y ha venido con su tío Noé. Son raros, y se ponen pelucas para destacar. En todo este tiempo que he estado fuera he aprendido muchas cosas.

Eva y Noé vivieron en el futuro con Mot. Les gustó, porque muchas cosas de allí eran muy chulas. Mot les enseñó muchas cosas de su época…

Por Elisabet Rico Picó.


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