LA HISTORIA QUE TE VOY A CONTAR

sucedió hace muchos, muchos años.

Tantos, que mi abuela era entonces una niña que gateaba y a mí me faltaba mucho para nacer.

Su protagonista es otra niña llamada Katrin. Pero Katrin y mi abuela no se conocieron porque vivían en países muy distantes. El país de Katrin está situado muy al norte, un lugar donde la nieve cubre los árboles durante muchos meses al año.

Está tan lejos que los patos que vienen aquí a pasar el invierno tardan semanas en llegar volando. Y tienen que descansar muchas veces antes de acabar su viaje.

Si quieres saber cómo conocí esta historia tendrás que esperar a leerla. No me la contó mi abuela, aunque ella me dio la pista.

El caso es que las historias llegan a veces de una forma sorprendente.Te la contaré.

Y empezaré por el padre de Katrin…


EL PADRE DE KATRIN ERA CAZADOR.

(Es decir, cazaba animales para comer su carne y curtir sus pieles.)

También era leñador.

(O sea, talaba árboles y obtenía leña para quemar en la chimenea y madera para que los carpinteros fabricasen muebles.)

Pero a Katrin no le gustaba que su padre fuese cazador ni leñador.

Prefería pensar que era barquero, porque también tenía una barca con la que cruzaba el fiordo a algunas personas que a veces pasaban por allí.

Junto con Katrin vivían su hermano pequeño, que se llamaba Hans. Y su madre.


LA MADRE DE KATRIN

se llamaba Anna y era una madre. O sea, les criaba a ella y a su hermano pequeño, cocinaba la comida, encendía el fuego, cuidaba los animales domésticos, recogía las hortalizas del huerto, limpiaba la casa, preparaba conservas, lavaba y cosía la ropa y procuraba que todos estuvieran felices.

(Entre otras cosas.)

Katrin no comprendía que los hombres fueran carpinteros, leñadores, cazadores o barqueros y que las madres solo fueran madres.

Pensó que debía haber alguna palabra para nombrar todo lo que hacían las madres.Pero no la conocía.

Y a Katrin le gustaban mucho las palabras.


A KATRIN LE GUSTABAN LAS PALABRAS,

pero también le gustaban otras muchas cosas. Por ejemplo, la nieve que al llegar el invierno lo cubría todo con una sábana que recordaba el azúcar.

Le gustaban los árboles, que parecían hablar, cantar o silbar cuando el viento atravesaba entre sus ramas.

Y le gustaban sobre todo los animales. Los grandes como la vaca o el caballo, que se protegían del frío en el establo. Los medianos como las ocas o gallinas que a veces picoteaban bajo la nieve y dormían en los gallineros.

Y también los más pequeños, que vivían en el suelo o en los troncos de los árboles. Incluso los que volaban por el aire y que no parecían habitar en ningún sitio.

Por eso, a Katrin no le gustaba pensar que su padre fuera leñador ni cazador. Porque mataba animales y derribaba árboles.

Su padre tenía una escopeta.


> Volver al libro