Ha sido mi primera incursión en el mundo del cómic, un género que me gustado desde que tengo memoria de lector de cómics.

Al igual que me ocurrió con mi primera adaptación de una obra clásica (La vida es sueño), me acerqué a la tarea con curiosidad y con miedo. La primera, porque nunca había trabajado en el género. Lo segundo, por ese temor a tocar una obra consagrada.

Contar el proceso de cómo llegué al resultado final es posible que sea útil para un no iniciado (a mí me habría gustado que me orientasen en ese sentido, cuando comencé) pero resulta difícil hacerlo en pocas líneas. La primera dificultad estuvo en elegir cuál de las versiones de Romeo y Julieta adaptar, porque manejé tres y me sorprendieron las diferencias existentes entre unas y otras. Aunque parezca mentira, algo como esto me tranquilizó, pues comprobé que ¡todas las traducciones son, en definitiva, adaptaciones! Adquirí incluso una cuarta edición, bilingüe, con notas al pie…

Quería respetar desde el principio la idea de que se trataba de una obra de teatro, y deseaba transmitir esta idea a los lectores. De ahí la primera página, que abre el cómic, en la que los actores se presentan sobre el prólogo de Shakespeare. Y también me propuse seguir paso a paso las escenas del libro, con el objetivo de que todas, absolutamente todas, estuvieran representadas y en el mismo orden. Un tercer objetivo fue mantener en parte el lenguaje arcaico, literario, de la obra.

Mecánicamente, el trabajo consistió en dividir el libro en tantas sub-escenas como correspondían a la entrada/salida de los personajes en el libro, eligiendo los diálogos clave. Manteniendo esas escenas, los siguientes trabajos consistieron en reducir los diálogos al máximo pero manteniendo casi literalmente los textos shakesperianos… Esto, una y otra vez hasta que calculé que tenía la extensión correspondiente a los límites impuestos por el diseño. Mi editora, Berta Márquez, tuvo la paciencia de seguir paso a paso estas sucesivas etapas de destilación. ¡Saludos, Berta!

Sin duda, David Rubín fue una ayuda en los procesos finales. Entendió a la perfección el trabajo y me gustaron mucho sus primeros bocetos, que luego enriqueció hasta darles la expresividad (¡pero también la sobriedad!) que tienen los personajes. Ha sido un placer trabajar con él y agradezco su paciencia cuando él me devolvía los textos que yo creía ya depurados y me recordaba que el cómic tiene su lenguaje propio, que en ocasiones no precisa contar con palabras lo que ya se dice con imágenes. Ha sido un gusto trabajar con él y espero que volvamos a coincidir en otro proyecto, más personal para ambos. ¡Saludos, David!



La traducción al italiano: “Romeo & Giulietta”, en la editorial Tunué, en octubre de 2010:

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