Dice la cuarta de cubierta
Claudia y Dani están muy enfadados porque Cepillo, su gato, ha desapareceido. Cuando este llegó a su casa, puso patas arriba la vida de la familia. Ahora, Claudia y Dani repasan los momentos felices de su vida en común, y se preguntan si se ha perdido o ha sido secuestrado. Pero, en realidad, ninguno sabe la verdad, excepto el propio Cepillo.














Así comienza el libro...

1. Claudia

Me llamo Claudia y tengo siete años. Bueno, en realidad tengo seis, pero cumpliré siete el mes que viene. Soy la más pequeña de la casa, ahora que Cepillo ha desaparecido.

Cepillo es nuestro gato. Se marchó de casa el lunes y todavía no ha vuelto. Le hemos buscado por los alrededores, pero no aparece. Preguntamos a los vecinos y colocamos anuncios en las farolas, y nada. Ya han pasado cuatro días desde que se fue.

En casa, todos andamos preocupados. Mamá repite que todavía es pronto y que puede volver. Papá opina que no, que a lo mejor no vuelve; creo que lo dice por si acaso, para prepararnos por si hay malas noticias. Dani, además de preocupado está enfadado. Muy enfadado.

Dani es mi hermano. Tiene diez años, pero a veces se cree que tiene doce o más. Es muy mandón y se enfurruña por cualquier cosa, aunque en este caso le comprendo, porque Cepillo era su gato.

Desde que Cepillo ha desaparecido no se puede ni hablar con él. Gruñe a todo el mundo, sobre todo a mí, porque me echa la culpa de que el gato se haya ido. Dice que un día dejé la puerta de la casa abierta y que por eso se fue, pero no tiene nada que ver.

Con los líos de estos días, nadie ha notado que se me ha caído otro diente. Fue esta mañana, mientras desayunábamos. Es el tercer diente que se me cae. Los anteriores los dejé bajo la almohada y el ratón Pérez me trajo su regalo.

Esta noche no creo que haya regalos. Todos andamos pendientes de Cepillo. Incluido, supongo, el ratón Pérez.

No me dolió mucho, pero durante todo el día he fingido que me dolía para que alguien se fijara en mí. Nadie me ha hecho ni caso. Mientras cenábamos me he quejado más, diciendo que no podía masticar bien, pero lo mismo. Con un poco de teatro, he colocado el dientecillo sobre la mesa diciendo:

–Lo pondré esta noche bajo la almohada, como las otras veces. A ver si hay suerte...

Dani ha cambiado enseguida de tema. Es capaz de pensar que me he arrancado el diente para llamar la atención.

La verdad es que nadie tiene más ganas que yo de que vuelva Cepillo, aunque sea el gato de Dani. Quiero que aparezca porque yo hablaba con Cepillo y él me entendía. No me hablaba, pero me entendía. En serio.

Mi hermano fue quien trajo el gato a casa, cuando era un cachorro. Se lo encontraron Iván y él en la calle, un día cuando volvían del colegio.