Cuando una tortuga decide ponerse a pensar, sin prisas y sin conciencia, puede llegar a convertirse en una tortuna muy sabia; y eso es lo que le pasó a Tuga, que se metió en el hueco de un árbol joven a pensar y cuando decisió salir, siendo éste ya un tronco viejo y seco, había inventado nada menos que los números. En seguida quiso compartir su descubrimiento con los otros animales de la selva: el león, los elefantes, las abejas, los monos… Pero no todos estaban dispuestos a molestarse en aprender algo nuevo, aunque finalmente todos acabaron encontrándoles sorprendentes y muy diversas aplicaciones que cambiaron para siempre su forma de vida.

La historia entra por el oído con la gracia juguetona de una buena música, y es que el ritmo (números al fin) gobierna tanto el desarrollo del discurso narrativo como el hilo argumental, que aparece bien medido y orquestado, salpicado de simpáticas cancioncillas a cargo de los animales. Ingeniosamente concebida para dar a conocer conceptos matemáticos (no solo los números, también la circunferencia, el radio, el diámetro, la elipse…) el objetivo se consigue con una limpieza y una naturalidad sorprendentes; y lo mejor de todo es que el lector no tiene en ningún momento la impresión de que le estén dando a tragar por su bien la consabida medicina camuflada con algo de azúcar.

Independientemente de sus obras de creación literaria (para jóvenes lectores, Bruno y la casa del espejo) Ricardo Gómez es autor de numerosos libros divulgativos de matemáticas y ciencias, un sólido bagaje de conocimientos que al confluir con su don de excelente narrador le permite convertir un tema como el de las matemáticas, tan alejado de lo que se esperaría encontrar en un libro de entretenimiento, en una divertida y placentera lectura que incita a poner en marcha la “máquina de pensar”, espolea la curiosidad y no deja de asombrar. Cuántos sufridos alumnos mirarían a las matemáticas con mejores ojos si llegara a caer en sus manos este curioso libro. Ojalá que así sea.

(C.B.G.)


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